la buscamos en el cielo, Azucena había escuchado que se la vería a las veintiuna horas, y así fue…mientras la esperamos prepararse para salir a escena, escuchamos a los patos, vimos un cisne de cuello negro mostrar su bella cola y esconder su cara y su cuello, charlamos los cuatro…a la hora indicada y trepados a un edificio abandonado, lució redonda, lejana, no alucinante sino discreta, un adorno elegante…en pocos minutos se cubrió de nubes de gasa gris perla, esas nubes tenues que nos dejaban ver estrellas, constelaciones a las que no alcanzamos a nombrar porque se nos perdieron otra vez.
Fue una luna delicada, invernal, casi no tocó el agua del lago.
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